Todos sabemos lo que es una vivencia, esa cosa que vives y se mete en ti para nunca más salir y formarte el carácter. Nosotros tenemos muchas vivencias, buenas y malas, que fueron forjando a “sangre sudor y lágrimas” nuestras vidas, forma de pensar y hacer –entre tantas cosas-. De algunas de ellas quiero hablarles para instarlos a una reflexión.
Hemos vivido momentos en que debíamos tener mucho cuidado en que no se notara que éramos tres personas reunidas en una esquina.
Hemos vivido momentos en que debíamos cuidarnos de hablar de gremio, agremiación y sindicalismo, aún en nuestros trabajos, ya que había “soplones”, o “buchones” a nuestro lado.
Hemos vivido gobiernos que se jactaban de no haber perdido ninguna negociación con los trabajadores, como que nuestros reclamos fueran los del enemigo y después rechazaban la lucha de clases.
Hemos vivido gobiernos donde se aplicó el ultraliberalismo, “ése sistema ideológico basado en el dogma (o el fantasma) de una autorregulación de la llamada economía de mercado que demostró su incapacidad de autodirigirse, controlar lo que provoca y dominar los fenómenos que desencadena” (1) y que ahora pretenden algunos volver a instalar.
Hemos vivido el desmembramiento de la URSS y la caída del muro de Berlín, la unificación de Alemania, la expansión europea y la hegemonía alemana.
Hemos vivido las privatizaciones de empresas públicas junto con el crecimiento de “la palabra individualista que ahora nos resulta más musical que la palabra colectivista, y ya no tan pecaminosa.” (2)
Hemos vivido la bancarrota (fundición) de bancos privados que fueron “salvados” por todo el pueblo a través de leyes de ajustes fiscales, desempleo, más pobreza y marginalidad.
Hemos vivido remates de casas -a través de la Televisión- que no podían ser pagadas por sus usuarios, pero nunca las manifestaciones que se hicieron para detenerlos.
Hemos vivido por TV en directo, los bombardeos “selectivos” de Bagdad.
Hemos vivido entregar el premio Nobel de la Paz al emperador Obama.
Hemos vivido la desazón por no alcanzar el número necesario de firmas para plebiscitar la Ley 16.713.
Hemos vivido convenios salariales con indexaciones inferiores (85%) a la inflación pasada.
Hemos vivido la privatización de los pagos de pasividades del BPS.
Hemos vivido asambleas de núcleos con más de 300 compañeros e iguales asambleas hoy con menos de diez, en el mismo lugar y a la misma hora.
Hemos vivido asambleas generales con más de 2.000 compañeros, e iguales asambleas hoy con menos de quinientos asistentes.
Hemos vivido días de paros donde no se dejaba entrar a ningún esquirol y hoy en esos mismos lugares durante un paro saludarse el esquirol y el que votó el paro como si nada.
Hemos vivido la creación del Hogar Estudiantil y la Colonia de Vacaciones Guazuvirá y el terror de perder la casa central por una temeraria acción directriz.
Hemos vivido el abandono por parte del gobierno de la mediación en los Consejos de Salarios y hasta la suspensión de los mismos, dejándonos a la deriva de patrones y explotadores.
Hemos vivido el cierre de fábricas y el fin de cadenas productivas completas, con el fin de transformar a Uruguay en plaza financiera por parte del neoliberalismo.
Hemos vivido las rebajas salariales propuestas por los trabajadores para mantener su fuente laboral.
Hemos vivido la amenaza de los patrones frente al pedido de aumento o mantenimiento de salario expresando un no rotundo y sino que había una cola enorme de desocupados que querían ése trabajo y tal vez por menos sueldo.
Hemos vivido la aparición de niños y madres con plombemia, y la existencia de otros que se alimentaban con pasto.
Hemos vivido el dólar a $45 e inflaciones superiores a 100%. Hemos vivido jubilaciones menores a $ 1.000 y pensiones de $ 800.
Hemos vivido las muertes y accidentes asiduas en la industria de la construcción y ni un patrón terminar como responsable ante la justicia.
Hemos vivido la medición del status de vida de los uruguayos según la cantidad de autos 0 kms vendidos en el mes y la medición de la canasta de primeras necesidades con el “alambre de púas” como uno de sus indicadores.
Hemos vivido cuando los peones de campo fueron “corridos” para las ciudades llevándose como únicas pertenencias un carro y un caballo y con ellos crecía la pobreza.
Hemos vivido el “surgimiento” de los recicladores y el nacimiento de sus hijos y nietos en los cantegriles y con ellos nacía la marginalidad del futuro.
Hemos vivido “parece mentira las cosas que veo, por las calles de Montevideo” (3) mujeres, hombres y niños comer los restos de “alimentos” de las bolsas de basura, como perros callejeros.
Hemos vivido que ésas vidas no valieran más que las de un perro para comprobar que para “Ellos” la nuestra tampoco “valga nada”.
Hemos vivido miles de llantos de niños recién nacidos en el Canzani y hoy sólo los ecos de esos llantos junto con nuestras voces.
Hemos vivido el “miedo” de tener que atendernos en Salud Pública, pues, los Hospitales no contaban ni con una aspirina para el dolor y ni gasas para curar una herida.
Hemos vivido las colectas para colaborar con compañeros que no tenían dinero ni para el boleto de ómnibus para llegar al trabajo. Hemos vivido el pago de nuestro trabajo con Tickets Alimentación.
Hemos vivido la partida de hijos, hermanos y amigos al exterior en búsqueda de trabajo.
Hemos visto el abandono de carreras y estudios en general para trabajar y así poder ayudar a sostener una familia.
Hemos vivido el pago de incentivos de retiro a compañeros que terminaron “tirando el paño” en cualquier vereda para vender lo que se pudiera.
Hemos vivido cuando no se encontraba trabajo en la industria de la construcción por ningún lado y había únicamente en Montevideo tres obras en funcionamiento y varios obreros vivían en ellas pues no tenían ni garantía para un alquiler.
Hemos vivido cuando no se iba a vacacionar más allá de lo que brindaba un boleto de ómnibus o el préstamo de una casa en algún balneario.
Hemos vivido cuando sólo había un televisor en la “manzana” y tampoco se nos ocurría un lavarropas, freezer, microondas, secarropas, cocinas multifunción, aire acondicionado, etc, porque no teníamos ni la ambición, ni el dinero ni eramos consumistas.
Hemos vivido como el padre, el esposo, la esposa, el hermano, la hermana, el tío, la tía, el primo, la prima, el amigo, la amiga, el vecino, la vecina seguían en las fotos (y siguen muchos) y no aparecían ni sus huesos pues estaba prohibido investigar sus desapariciones.
Hemos vivido la pena al abrir la “caja de zapatos” con cartas desde la prisión, de un familiar o de un amigo que estaba allí porque pensó diferente o se resistió ante la injusticia.
Hemos vivido para ver a los peones rurales trabajar día y noche por el mismo salario y en algunos casos hemos escuchado sobre su muerte debido a que en algún río creciente intentó salvarle la vaca a algún patrón.
Hemos vivido el olvido.
Por eso compañeros y compañeras, es que debemos participar más activamente en nuestro sindicato, que también tiene sus muertos y desaparecidos, y todos los días nos reclaman que no hay nada más hermoso que la solidaridad, la fraternidad y la unidad de los trabajadores.
Sólo hay algo que duele más que el dolor mismo y es perder la esperanza.
¡NO LA PERDAMOS ENTONCES!
Nosotros les invitamos a no dejar ningún espacio sin cubrir, a revitalizar el compromiso y la participación, son muchas más, las vivencias de todos y todas, que estas pocas reunidas en esta simple nota, pero esperamos que podamos renovar el compromiso ideológico-sindical para demostrar y demostrarnos que estamos tan vigentes como siempre en la defensa de nuestros intereses.
Fraternalmente,
Víctor Gabriel Olmos
Presidente de ATSS
(1) Viviane Forrester: “Una extraña dictadura” pág. 7
(2) Martín Hopenhayn: “ Ni apocalípticos ni integrados” pág. 19
(3) Jaime Ross: Canción: Prog. TV “Plop”