Crónica de una visita al barrio

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Allá por las callecitas de veredas ausentes del barrio Verdisol, el calor se siente a gusto, como en su casa. El barrio parece más lejos que lo que muestran los medios. Allá vive gente común y los malla oro no saben de su existencia.

En algunas ventanas con rejas cansadas, los carteles dicen que allí se reparan bicicletas y se venden pañales. También hay almacenes austeros y provisiones donde se pueden comprar velas, latas de atún, agua mineral, galletas malteadas, fideos de todas las formas y mucho arroz. En algunas heladeras familiares prestadas para la solución laboral precaria, de toda precariedad, conviven las botellas de cerveza, Coca Cola con el vino en caja; la leche entera, la manteca, con medallones de merluza y hamburguesas transparentes, finitas, a muy buen precio. Las vecinas parecen estar todas apuradas porque la vida no se detiene nunca. Hay criaturas que atender, alimentar y lavar. Por esas callecitas que rodean los kioscos y almacencitos, por allí corren niños y niñas mientras los grandes observan y escuchan.

Desde temprano, Verdisol y sus calles se llenaron de hombres y mujeres con tablitas y papeletas para pedir la firma de vecinas y vecinos. En Verdisol la gente habla poco y pregunta menos aún. Saben de memoria que esta reforma del gobierno que impuso trabajar cinco años más, no tiene nada de bueno para ellos y ellas. Menos para sus hijos e hijas que con suerte y viento a favor, podrán acceder al mercado laboral en un marco de cobertura y protección de sus derechos a través del BPS.

“Nos mintió. El presidente nos mintió porque en campaña me acuerdo clarito que nos dijo que no nos iba a cambiar la jubilación y nos mintió. Es un desastre”. La vecina no quería hablar porque ella cree que solo puede “decir bobadas” porque no terminó la escuela. La vida no le fue sencilla a Martha. Acaso por eso habla poco con gente que no conoce. Pero dice cosas importantes. Aunque ella no lo crea. Como tampoco le fue fácil a la vecina que vive casa por medio a Martha y que al principio tampoco quería hablar. Después, una de las militantes del movimiento sindical, que trabaja en el INAU, se detuvo unos cuantos minutos a escucharla. Y anotó su teléfono para avisarle cuando pueda arrimarle una donación de ropa para sus hijos. “En el sindicato tratamos de empatizar con la gente y sus problemas, no se trata solo de venir y pedirle la firma para el plebiscito. Además hay que escuchar y entender que si alguien te pide una mano es porque ya no puede más. O porque no sabe ya a dónde recurrir. Porque acá las políticas del Mides brillan por su ausencia”.

Por cierto que la realidad de la pobreza y las necesidades de la gente común en el territorio dista mucho de la puesta en escena con cámaras y globos que el gobierno ofreció días atrás y por unas pocas horas, a través de los medios de comunicación. De eso hablaron algunas vecinas esta mañana. “Hacen un show para la tele y se van. Eso es lo que hace este gobierno”, lamentó una vecina que lleva más de una década viviendo allí.

Este jueves 22, cerca de un centenar de militantes de más de una docena de sindicatos del PIT-CNT se desplegó en el enclave del barrio Verdisol para dialogar con vecinas y vecinos y solicitarle su firma para la convocatoria al plebiscito sobre tres ejes centrales: acceso a la jubilación a los 60 años, con 30 años de trabajo; la equiparación de la jubilación mínima al Salario Mínimo Nacional y terminar con el lucro en la seguridad social mediante la eliminación de las AFAP.

Las barriadas son punto de encuentro, militancia, recolección de firmas y aprendizaje. Es acaso, el lugar en el que las y los militantes sindicales se sienten más cómodos. Ahí se aprenden códigos y se respira solidaridad. Allí se marcan historias de militantes de distintas generaciones. Los sindicatos se entremezclan, se confunden y se funden en una marea convencida de la causa que hay que defender. Atrás quedan votaciones y discusiones. Atrás quedan diferencias y matices. En territorio, en el barrio, el PIT-CNT es uno. Solidario, humano, sensible, pero al mismo tiempo duro y obstinado.

Cerca del mediodía, el presidente Marcelo Abdala, hace un alto en la recorrida y reúne a su gente. Es un mensaje para reorganizar la jornada, trazar los lineamientos para las horas siguientes y también felicitar la tarea militante. “Vamos para el Complejo América, lo trillamos y recorremos en todas las direcciones. Hay compañeras y compañeros que ya han estado allí juntando firmas pero nosotros volvemos ahora a seguir recolectando más y más”.

Bajo 29 grados que parecen mil, la tierra y el asfalto parecen indicar que no es buena idea quedarse quieto al costado del gazebo instalado bajo el sol insoportable de un jueves intenso.

Hay perros corriendo por todas partes, también agobiados por el calor pero especialmente nerviosos por tanta gente rara que no es del barrio y que hoy anda rondando su territorio. A pocos metros de un muro pintado de amarillo y negro, hay un perro muerto, con sus costillas expuestas y una herida abierta que parece una pincelada del barrio.

Ligia milita en uno de los sindicatos industriales. “Cuando veníamos por acá cuando la LUC, nos costaba un poco más que firmaran. Porque había que andar de tapabocas, porque eran 135 artículos, porque todo era complicado. En cambio ahora saben bien lo que quiere decir que aumentaron cinco años la edad para jubilarte, todo el mundo entiende si le decís que la jubilación mínima va a pasar a valer como el salario mínimo y todo el mundo sabe que acá de las AFAP no recibieron ni recibirán un peso. Eso te lo dicen acá las vecinas y vecinos, ellos mismos te lo dicen. Que lo de las AFAP fue una estafa y que lo que les prometieron nunca se cumplió”.

Luego de unas cinco horas de trabajo militante, la recorrida llega a su fin. Hay cansancio y eso es notorio. El calor jugó su papel. Es hora de volver a los sindicatos. Algunos tienen que ingresar a sus trabajos porque cambiaron horario para trabajar de tarde. Nadie sabe exactamente la cantidad de firmas que se juntaron hoy. Pero todos saben que es así, de manera silenciosa, día a día, casa a casa, puerta a puerta, que se construye el camino para llegar a la meta.

“Habrá plebiscito”, aseguran.

Y viéndoles actuar en territorio, es casi imposible dudar que van a lograrlo.

fuente: Portal PIT-CNT

https://www.pitcnt.uy/novedades/item/5877-cronica-de-una-visita-al-barrio