Plebiscito y thinks tanks (Adolfo Bertoni)

Compartir

Cuando el sábado a la una de la tarde la vicepresidenta de la República reciba las firmas necesarias para someter a plebiscito popular una reforma constitucional que incluye algunos centros fundamentales del sistema de seguridad social vigente, el Uruguay entrará en una nueva etapa.

 

Quiso la casualidad que coincida justamente con un nuevo aniversario del congreso de abril de 1813, haciendo resonar en nuestros oídos las palabras de don José Artigas a los orientales: “Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia soberana. Vosotros estáis en pleno goce de vuestros derechos, (…) yo ofendería altamente vuestro carácter y el mío, vulneraría enormemente vuestros derechos sagrados, si pasase a decidir por mí una materia reservada solo a vosotros (…)”.

¡Cuánto bien nos haría como nación que los integrantes de los elencos que gobiernan el país y las distintas organizaciones político-partidarias y sociales internalizáramos estos conceptos tan profundamente democráticos y fundantes de lo mejor de nuestra cultura cívica!

 

Un derecho que costó ganar

Quienes integran la coalición gobernante cerraron filas desde el inicio del proceso promoviendo con incalificables adjetivaciones que nuestra ciudadanía no firmara. Lo llamativo fue la actitud de algunos dirigentes relevantes y sectores del Frente Amplio que militaron activamente en contra de la mera realización del acto plebiscitario.1 Llamó la atención por provenir de quienes sin lugar a dudas tuvieron una destacada y activa participación en la lucha por la recuperación democrática. Con casi todos ellos y ellas luchamos juntos para recuperar la libertad y la vigencia plena de los derechos humanos, sociales, económicos, políticos y culturales en nuestro país. Algunos y algunas soportaron una injusta cárcel o el exilio, y también sufrieron duras condiciones de tortura y hasta vejámenes. Otros actuamos unidos en la clandestinidad y el eje que vertebraba las acciones que hicimos era lograr que como pueblo decidiéramos sobre nuestro destino colectivo.

 

Quienes no querían tan justa reivindicación estaban a favor de la dictadura o les hacían el caldo gordo a los tiranos. Entonces, con dolor, no comprendo por qué ahora aquellos luchadores y luchadoras —entre los cuales hubo muchísimos del Partido Nacional2 y no pocos del Partido Colorado— se opusieron ahora a la sencilla puesta en práctica de uno de los esenciales derechos ciudadanos.

 

La voz de las AFAP

Por otra parte, están los que defienden intereses muy precisos, que no coinciden con los de la mayoría de las uruguayas y los uruguayos. Así están los famosos think tanks operando como supuestas voces expertas que nos dan cátedra sobre lo que debemos hacer como colectivo nacional, siendo en realidad verdaderos caballos de Troya ideológicos en todas las áreas intentando influir en las decisiones y rumbos que deseemos tomar como país, (financiados en su inmensa mayoría por entidades y organismos nacionales e internacionales, también con claros intereses en juego, sobre todo los vinculados al mantenimiento del estado de cosas reinante, sin alterar siquiera en un peso la distribución de la riqueza).

 

El pasado 16 de abril cuatro actores que tienen mucha prensa decidieron unir fuerzas para intentar dinamitar la iniciativa e impedir desesperadamente que la ciudadanía exprese sus convicciones en el cuarto secreto sobre algunos de estos problemas. Así se juntaron los siguientes voceros del Ceres (Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social), Ignacio Munyo, el CED (Centro de Estudios para el Desarrollo), Hernán Bonilla, la Academia Nacional de Economía, Bárbara Mainzer,3 y extrañamente también el Cinve (Centro de Investigaciones Económicas), Gonzalo Zunino.

 

El ¿neoliberal? Bonilla dijo que si hay plebiscito y la reforma constitucional es aprobada, explotará una “verdadera bomba populista, (…) una propuesta muy peligrosa para el país (…); afectando gravemente la sostenibilidad del sistema de previsión social, comprometiendo seriamente las finanzas públicas hacia adelante”. Munyo —con sus conocidas implicancias con las AFAP y la Bolsa de Valores— insistió en sus pronósticos de catástrofe, y en un sentido similar se manifestó Mainzer (“académica” casualmente directora ejecutiva de la Asociación de Bancos Privados del Uruguay y ¡vicepresidenta de AFAP Sura!).

 

Finalmente, Zunino por su lado sorprendió proyectando un déficit del sistema para el año ¡2100!, que rondaría los 12 puntos del PBI si triunfa el plebiscito. Lo raro fue que, siendo como es un hombre con una formación sólida y además sensible como ser humano, afirmó: “Siempre que estamos parados ante una reforma y quien (la) impulsa dice acá nadie pierde, o acá nadie sale peor que con el régimen previo, sospechen”. Es una lástima que no aclarara a quién se refería para poder precisar si su crítica es certera, o fue no más un comentario molesto de alguien que tal vez se sienta incómodo siendo defensor en los hechos de la actual realidad de la seguridad social (con la que sabemos discrepa en varios aspectos).

Porque si el plebiscito triunfa, claro que habrá perdedores: para empezar, los capitalistas que están detrás de las AFAP; también aquellos que ven peligrar muchas de las exoneraciones que el Estado hoy les hace, y los gobernantes presentes o futuros a los que les parece mal que se aumenten modestamente las jubilaciones y pensiones mínimas.

 

Una probable razón para tan importante diferencia

El inolvidable Paco Espínola en su momento nos enseñó que “ser solidarios significa ser un poco todos… sin lo cual no hay nación sino tierra con gente encima”. Mucho de esta concepción se pondrá en juego junto con las elecciones nacionales de octubre. La eliminación del lucro en un derecho humano fundamental como lo es la seguridad social para algunos de nosotros es una cuestión de principios (y hasta hace muy poco también lo era para el Frente Amplio en su totalidad).

 

¿Por qué otros insisten en rechazar el contenido de la papeleta? Ciertamente no es perfecta: pero es la que está en discusión. ¿Por qué compañeras y compañeros queridos y que han sido humildes intelectualmente plantean algunos argumentos parecidos a los de los defensores de las AFAP? Basta de sabihondos que desde los centros de poder o una vejez trasnochada quieren decirnos qué es lo que más nos conviene hacer como pueblo.

 

¿No será porque les cuesta imaginar el Uruguay sin las AFAP? O tal vez sea porque los promotores no hemos tenido la capacidad de informar casa por casa que si triunfa el plebiscito no es verdad que vendrá a continuación el reino de la incertidumbre y la continuidad de viejos problemas e injusticias notorias al interior de la seguridad social (y también en otras áreas del país tan importantes como lo son la situación de la primera infancia, la educación, la salud, la cultura, etcétera).

 

La proyección que hace Zunino solamente puede ser plausible si después del plebiscito no se hiciera nada. Pero la papeleta es absolutamente clara: si triunfamos, el nuevo Poder Ejecutivo, cualquiera sea su color partidario, y la totalidad del nuevo Parlamento (ojalá que con las organizaciones sociales involucradas y de la sociedad civil en general y los académicos independientes con su segura capacidad de crítica) tendrán dos años para hacer una verdadera reforma de toda la seguridad social que vaya en la dirección de la satisfacción de los riesgos de invalidez, vejez y sobrevivencia de toda la población y que ponga justicia en el financiamiento de todas esas prestaciones gravando a muchos que ahora no se tocan.

 

¿O acaso no podemos tener la capacidad de imaginar que otro BPS y otras cajas de Jubilaciones y Pensiones son posibles, donde la solidaridad, la cobertura y la suficiencia de los beneficios queden garantizadas? ¿Por qué hace más de cincuenta años supimos imaginarnos un Uruguay diferente al que nos proponían los dictadores y los dueños del poder, y ahora nos cuesta tanto imaginarnos algo que, en realidad, es de mucho menor porte que el de aquella maravillosa gesta democrática que tanto nos enorgullece todavía?

 

Adolfo Bertoni

Expresidente de ATSS

 

Notas:

1 Que incluyó exabruptos que contradicen a Artigas, como los de Mujica diciendo que es un “terremoto cambiar la Constitución”. ¿En qué país ha vivido el algunas veces admirado Pepe desde 1985 a la fecha? ¿Cómo habrían sido los ajustes de las jubilaciones y pensiones desde 1990 en adelante, si no se hubiera reformado la Constitución con el plebiscito de 1989, sobre cuyo triunfo también se pronosticaron desastres económicos, financieros y sociales que nunca existieron?

2 Entre ellos el Dr. Rodolfo Saldain.

3 No nos llamemos a engaños acerca de la importancia real de la Academia Nacional de Economía: apenas diré —sin rozar sus posibles valores humanos— que fueron sus “académicos de honor” figuras como Jorge Batlle, Ramón Díaz o Juan Carlos Peirano Facio, y tiene como integrantes de su Consejo Directivo desde 2017 a María Dolores Benavente, una de las más duras defensoras de las AFAP, Ignacio de Posadas, Ricardo Zerbino y Juan Berchesi… entre otros. (Quienes leen saben bien qué papel han jugado estas personas en la historia más o menos reciente de nuestro país).

 

fuente:
https://www.busqueda.com.uy/Secciones/Plebiscito-y-thinks-tanks-uc60843