A cuatro años del cierre del jardín. Algunas palabras de las maestras y educadoras.

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En diciembre van a cumplirse cuatro años del cierre del Jardín Maternal del BPS. Para quienes tuvimos la suerte de ser parte del jardín desde nuestra tarea docente y de habitarlo junto a los niñxs y a sus familias todavía nos duele la pérdida. Fue mucho lo que aprendimos de las infancias; construimos proyectos, creamos, soñamos y jugamos acompañando a lxs niñxs en su crecimiento y a la vez, creciendo nosotros como institución, como centro educativo. Fueron 30 años de Jardín Maternal; mucha experiencia acumulada, muchos aprendizajes, muchas familias, bebés y niñxs que transitaron y fueron parte de esta historia.

Y nos seguimos preguntando ¿por qué cerraron el Jardín?

Hay explicaciones que son a nivel macro, tendencias generales, un contexto en el que las cosas suceden. Pero las respuestas no son simples ni directas. Hay fuerzas y resistencias y los resultados están abiertos, o por lo menos no están del todo predeterminados.

Hubo un momento, cuando se creó el Jardín, que se creyó y se apostó por un centro educativo para la primera infancia al que concurrieran lxs hijxs de lxs trabajadorxs del BPS. Una conquista de compañerxs que soñaron con eso, que pelearon por ese sueño y que después, lo empezaron a llevar adelante. Fue cerca de 1990 que empezó a funcionar el jardín, pero llevó unos años la preparación previa a la puesta en marcha.

En esos 30 años corrió mucha agua bajo el puente. En cuanto a la franja etaria a la que estaba dirigida el jardín, se multiplicaron las voces que sostienen que la primera infancia es decisiva, es la etapa en la que se sientan las bases de un proceso de aprendizaje y crecimiento que continúa a lo largo de toda nuestra vida. De la mano de esto, se reconoce a la educación en la primera infancia como la primera etapa del proceso educativo.

El jardín también se fue transformando en diálogo con estos cambios a nivel más macro. Reviendo y repensando nuestras prácticas, como cuándo nos quedábamos terminado el horario de tareas con los niñxs, y hacíamos reuniones entre el equipo docente para pensar sobre temas como el control de esfínteres, la alimentación, la puesta de límites, la educación por el arte, entre otros.

El tema de los cuidados también estuvo sobre el tapete a nivel social. El cuidado como función social fundamental, que posibilita el sostenimiento de la vida. El Sistema Nacional Integrado de Cuidados (SNIC) identifica a lxs niñxs, y a las personas adultas en situación de dependencia como los destinatarios de esta política social, concebida desde una perspectiva de derechos y de género. De género porque está demostrada la desigualdad en el reparto del trabajo entre varones y mujeres (ver Encuesta del uso del tiempo y trabajo no remunerado), ya que son las mujeres quienes dedican considerablemente más horas al trabajo no remunerado (cuidados y tareas domésticas).

El SNIC parte de la corresponsabilidad en los cuidados entre las familias, el Estado, el mercado y las comunidades; cada cual con responsabilidades distintas. Pero teniendo presente que el cuidado es una cuestión de la sociedad y por lo tanto trasciende el ámbito de lo privado. Esto supone un modelo de protección social que garantice los cuidados, que apunte a la desfamiliarización y que promueva la equidad de género con el Estado como garante.

Como Banco de Previsión Social, sostener un centro educativo de primera infancia para los hijxs de sus trabajadorxs, transmite un mensaje. Lo ideal sería que la educación y los cuidados en primera infancia estuvieran garantizados para todxs, como la escuela pública. Pero la realidad es que los planes que hay a nivel público, como el Plan CAIF o los Centros de INAU, priorizan el acceso a familias en situación de pobreza y/o vulnerabilidad social, no habiéndose logrado aún la cobertura pública universal. Al cerrar el Jardín, un montón de compañerxs del BPS se ven obligadas a buscar solución para el cuidado/educación de sus bebés e hijxs pequeñxs en el mercado y/o recurriendo a la ayuda de su familia.

Una de las excusas que esgrimieron para cerrar el jardín, paradojalmente, es que tenía mucha demanda. La matrícula era de 100 niños y quedaban 100 niños sin cupo (los números son aproximados). Lo que no se dice es que la selección de esas 100 familias que ingresaban al jardín se hacía a partir de entrevistas con trabajadoras sociales que determinaban un orden de prioridades. Todos sabemos que los sueldos que paga BPS son muy diversos según los cargos y también las circunstancias de cada familia son muy heterogéneas. Había quienes tenían toda su familia en el interior y dependían totalmente del jardín para el cuidado de su bebé mientras trabajaban. Madres solteras. Familias con uno de los padres desocupados. Entre un montón de circunstancias. No es lo mismo recibir una partida económica, la misma para todxs, y “arréglate como puedas”, que contar con un servicio como el jardín maternal que cubría 9 horas (las 8 de trabajo más el tiempo para ir a buscar al niñx), con la confianza de que está siendo cuidado por compañerxs. Vale decir que quienes trabajábamos en el jardín nos habíamos formado para esa tarea, además de complementar con cursos y talleres, muchos de ellos a costo del propio BPS. También recordar que el jardín era centro de práctica, en donde se formaban maestras en primera infancia de ANEP y educadoras en primera infancia de CENFORES.

Como organismo a cargo de la protección social, sostener un jardín maternal trasciende el mero hecho de dar solución al conjunto de trabajadorxs del BPS en el difícil desafío de congeniar trabajo y cuidados. Sostener un jardín para hijxs de trabajadores, como Instituto de Seguridad Social, da un mensaje a la sociedad sobre la importancia de rol del Estado (de lo público) para atender un asunto que es social, como el cuidado y sostén de la vida de nuestrxs niñxs, que no debería quedar en manos de las posibilidades individuales de cada familia. Sostener un jardín como BPS da un mensaje de que el cuidado y educación en la primera infancia también es un asunto de protección social.

Cerrar el Jardín Maternal de BPS, con 30 años de historia, aprendizajes y crecimiento acumulado, también dice algo.

Hay fuerzas, tendencias generales, un contexto en el que tuvo lugar el cierre del Jardín …. Parece que al Jardín se lo llevó puesto la ola de ajustes, recortes, achique del Estado; de la mano de un discurso que prioriza lo individual por sobre lo colectivo; la competencia por sobre la solidaridad y que endiosa al mercado como modelo y como lógica que cada vez inunda más dimensiones de nuestra vida.

Da para otro análisis el cómo se cerró el jardín. Sólo mencionar que quienes trabajábamos ahí nos enteramos de las intenciones del cierre a través de declaraciones del entonces presidente del BPS en la prensa. Sólo mencionar que se hicieron propuestas de parte del sindicato, las familias y las docentes; propuestas con alternativas para mantener al jardín (por ejemplo aumentando el aporte económico de los padres) de las que no se tuvo respuesta seria por parte de la Administración. También decir que se luchó contra ese cierre y que se tuvo el apoyo y respaldo de muchísimos compañerxs del BPS en las movilizaciones, concentraciones y marchas que se hicieron en defensa del Jardín.

Hay tendencias generales, hay contextos, pero también hay posibilidades que se construyen colectivamente y habemos muchxs que todavía soñamos con un Jardín Maternal del BPS.

Soñar siempre fue el primer paso…

Escribe: Núcleo Jardín Maternal

Fotos: Gonzalo Moreira