“Recién hoy podemos darle un nombre, hoy Amelia vuelve a su casa, a su familia y a su pueblo”
Amelia Sanjurjo Casal nació en Montevideo el 23 de septiembre de 1936. Vivía en el barrio Colón, sobre la avenida Garzón, donde alquilaba la habitación de una casa. Sus amigos, conocidos y familiares la llamaban Pocha.
Trabajaba en la editorial Mundo Libro en la Ciudad Vieja. Amelia era secretaria de Organización del Seccional 9 del Partido Comunista del Uruguay y participaba activamente en la militancia partidaria. Era parte de reuniones, manifestaciones, volanteaba y acercaba nuevos afiliados.
Fue secuestrada en la calle el 2 de noviembre de 1977. Desde el 30 de octubre, oficiales del Órgano Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA), habían instalado en su casa una ratonera, una práctica común durante el terrorismo de Estado que consistía en sitiar un lugar pretendiendo atrapar a una persona como en una trampa.
Tres oficiales vestidos de civil interrogaron durante dos días seguidos a Carlos Aguilera, el dueño de la casa donde ella vivía, sobre Amelia y sus compañeros de partido. Al tercer día, le dijeron a Carlos que habían agarrado a Amelia en la editorial donde trabajaba y se fueron. Durante los días que duró la ratonera, en la casa también fue detenida Leonor Albagli, amiga de Amelia, que fue trasladada a La Tablada.
Leonor fue intensamente torturada durante dos o tres días, en los que le preguntan sobre el paradero de Amelia. En un momento, escuchó los gritos de Amelia siendo torturada en La Tablada, hasta que un día dejó de escucharla y nunca más le preguntaron por ella.
Según un informe de 2003 de la Comisión para la Paz, Amelia estaba muy mal, física y psíquicamente, a consecuencia de las torturas recibidas. Se negaba a comer. Una testigo escuchó que en una oportunidad la llevaban a rastras al baño y le insistían en que se parara, pero ella respondía que no podía. La última vez, al parecer, la venían a buscar para llevarla a la sala de torturas. Se resistió y fue golpeada. Se escuchó una corrida de la guardia y gritos que, según los testigos, pueden señalar el momento de su fallecimiento.
El informe también señala que Amelia estaba cursando un embarazo reciente cuando fue detenida. Se presume que falleció seis días después de su detención, el 8 de noviembre de 1977. El informe de la Comisión para la Paz señalaba que sus restos, según la información que habían recibido por parte de militares, habían sido primero enterrados en el Batallón 14 de Toledo y después exhumados a fines del año 1984, incinerados y tirados al Río de la Plata.
Esta información, brindada por parte de los militares cómplices de torturas durante la dictadura, quedó evidentemente demostrada falsa, cobardemente falsa, ya que sus restos fueron hallados el pasado 6 de junio de 2023 en el Batallón 14 de Infantería del Ejército y recién pudieron ser reconocidos recientemente, mediante procedimientos con familiares que viven en el extranjero.
“Gran lectora, siempre dispuesta a contar una historia a los chiquitos que quisieran escucharla. Amelia era una mujer dulce, coqueta, cálida, distraída, pero de gran temple. Así la describen quienes la conocieron. Paciente y tozuda, con su cabello alborotado y su hablar pausado. Con su infaltable sonrisa, muy sacrificada, dedicó su vida entera a su militancia y fue consecuente con ella hasta el final. Como militante era incomparable, militaba día y noche, no le importaba la hora en que volviera a la su casa. Así la recuerdan: militante de alma”.
Testimonio de Alba González, integrante de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos
Apareciste Pocha
Leonor viajaba en un 130 a La Paz, corría 1977. Al tomar Avenida Garzón se acordó que “La Pocha ” estaba embarazada y el embarazo venía complicado. Se bajó en Garzón y Casavalle, caminó unos metros y entró en la casa de su compañera, le abrió un hombre al cuál no conocía, había una ratonera, la empujaron para adentro le arrebataron la cartera para ver sus documentos, sacaron la cédula, que era falsa, pero tenían su foto donde decía Leonor Albagli.
La ataron, mientras Pocha estaba contra la pared. Las llevaron a La Tablada, dónde Leonor la dejó de ver. A Leonor la torturaron salvajemente durante dos meses, submarino , colgadas, que le dejaron secuelas para siempre y ella no salió de una frase que dijo miles de veces, “Yo soy funcionaria del Congreso Obrero Textil”, insistían en su militancia en el Partido Comunista y ella volvía a su frase, se desmayaba, volvía en sí y nuevamente a la tortura.
Hoy Leonor, luego de años, salió del Penal de Punta de Rieles con la noticia de que Pocha nunca apareció. Hoy tienes el orgullo, querida Leonor de saber que tu pueblo movilizado logró que se identificaran los huesos de Pocha. Quizás en algún lugar se junten y sepan que SU LUCHA CONTINÚA.