La Evaluación de Desempeño y la pérdida de la fraternidad

Escribe Víctor Gabriel Olmos, presidente de la ATSS.

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Una de las funciones clave de una organización sindical es la formación, formación en valores, en política, en relaciones y en todas las variantes que tienen la solidaridad, la fraternidad y la unidad entre iguales.

Formar en conciencia de clase, con todas las connotaciones que ello lleva, formar en el análisis científico de la realidad, generar de forma continua el análisis del materialismo histórico para así tener el mejor análisis dialéctico y poder fundamentar adecuadamente tanto la estrategia que nos permita avanzar como colectivo, y las tácticas pertinentes que nos lleven a la victoria es fundamental para cualquier sindicato.

Ahora bien, todo esto que parece complejo, no lo es tanto si realmente le dedicamos el tiempo necesario y con ello el discernimiento que nos lleve a ir directo al meollo de los problemas presentes y así arribar a la tesis correspondiente.

Si bien aquí no vamos a “demostrar que la intensificación de las desigualdades procede de una crisis de las solidaridades, entendidas como el apego a los lazos sociales que nos llevan a desear la igualdad de todos” (1) , incluidos quienes no conocemos, pues es evidente que así es; lo que si pretendemos es que comprueben con nosotros que la Administración se ha propuesto intensificar las diferencias entre todos los compañeros trabajadores del banco, de una forma que muchos o la gran mayoría no se imaginaba, sin que para ello haya realizado mayores o mejores análisis que la inmediatez de ser funcionales al sistema.

Sin embargo para un trabajador medianamente formado en los conceptos de solidaridad, fraternidad y unidad, abogar por la igualdad supone aceptar la fraternidad como principio que orienta nuestra organización social, más cuando es evidente que vivimos en una sociedad en que los lazos de solidaridad se han debilitado.

Compañeras y compañeros, ¿quién no comprueba que día a día la desigualdad se profundiza más?, no por las leyes inextricables de la globalización capitalista, sino por las relaciones de fuerza ideológicas que operan dentro de nuestras sociedades.

Las desigualdades “se eligen”, o al menos, optamos por no reducirlas, por escandalosas que sean. “Los individuos no buscan las desigualdades, pero sus elecciones las engendran” (2).

Un ejemplo: el sistema de evaluación por desempeño, al que se opone el sindicato (en tanto asociación de trabajadores, signada como única representante legal de los trabajadores del banco), todos sabemos que está destruyendo el tejido de solidaridad, fraternidad y unidad que debe prevalecer para así trabajar en equipo. Esto es sabido por los mandos gerenciales, como todo el nivel ejecutivo, sin embargo, principalmente el nivel ejecutivo está –en su mayoría- en el letargo, sin siquiera pensar ¿qué tipo de trabajador quiere la institución?, ¿rendiremos lo mismo y ad eternum?

¿Qué sucederá cuando el trabajador deje de colmar las expectativas de la institución?, ¿qué sucederá cuando la institución desee quedarse, debido a los avances tecnológicos, únicamente con los trabajadores con calificaciones de 7 en más? ¿Y, hasta cuándo se puede ser un trabajador 7 o más?

Esas simples preguntas deberían alarmar mucho más. Es por eso que decimos que “Los individuos no buscan las desigualdades, pero sus elecciones las engendran” y sólo ellos son quienes tienen la capacidad y la voluntad de cambiar las situaciones y es también por eso que apelamos una vez más a la rebeldía, esa a la que sabemos recurrir cuando ante una injusticia es necesario decir basta!!! Es por eso que recurrimos a la fraternidad para continuar unidos en la acción, que será la única forma de revertir tan injusta e ingrata situación.

Desde el sindicato vemos que se va consolidando un principio de justicia indiscutible, promovido por el directorio: la igualdad de oportunidades basada en la meritocracia, que legitima las jerarquías y convierte en regla la competencia continua; pero en realidad, ése mérito sólo refleja las circunstancias azarosas de la vida de cada uno.

Por lo anterior y más, es labor del sindicato destacar que para avanzar hacia sociedades más igualitarias requiere un sentimiento elemental de fraternidad; en definitiva, un amor entre los seres humanos que predisponga a reconocer los derechos de los demás.

Y esto, lamentablemente el directorio no lo entiende, y en la deconstrucción de lazos con los trabajadores, se empeña tozudamente en emplear un sistema que no hace otra cosa que privilegiar a algunos en demérito de otros, cuando necesita de todos para transformarse en el buque insignia de un gobierno que está abocado a “acortar las diferencias entre iguales, más allá del lugar que ocupen en la sociedad”.

Víctor Gabriel Olmos
Presidente

(1) Francois Dubet Siglo XXI, 07/2015, Bs.As.
(2) Idem