Uno puede estar de acuerdo o en desacuerdo con cualquier decisión política por una muy variada gama de argumentos. Lo único recomendable es que esos argumentos tengan alguna clase de conexión con la realidad.
Lo digo, sin dar muchas vueltas, por el tipo de argumentos que se están manejando para defender al sistema previsional privado, el de las AFAPs, ante la proximidad del plebiscito de la seguridad social, en el que se votará por un proyecto de reforma constitucional que elimina a las AFAPs, dispone el retorno de todos sus afiliados, con sus ahorros, al régimen del BPS, y prohíbe a futuro la intervención de instituciones financieras privadas en el sistema previsional.
Desesperados por esa posibilidad, un coro de voces ha salido a mentir, anunciando catástrofes si la reforma constitucional es aprobada. En el coro participan, por supuesto, las propias AFAPs, sus técnicos y asesores, buena parte del periodismo financiero, y –no muy sorprendentemente- los niños cantores de la coalición de gobierno y de la mayoría del Frente Amplio, incluidos los dos integrantes de su fórmula presidencial.
El cántico que entonan es un extraño menjunje de eslóganes publicitarios, sanatas supuestamente técnicas y vaticinios políticos agoreros: “En las AFAPs, tu dinero es tuyo, nadie puede tocarlo y está seguro en tu cuenta personal”. “Si se aprueba la reforma, el BPS y la seguridad social van a colapsar”. “El costo de la reforma será de 1.600 millones de dólares”. “El Estado va a ser demandado”. Y la frutilla de la torta: “Estamos siendo inequitativos, porque vamos a privilegiar a los viejos en lugar de a las infancias”.
Es tal la sarta de falacias que uno no sabe por dónde empezar. Pero arranquemos por lo primero: “Tu dinero es tuyo y nadie lo puede tocar”.
¿Cómo va a ser tuyo si vos mismo no lo podés tocar? ¿Y cómo que nadie más puede tocarlo si la AFAP puede invertirlo casi en lo que quiera sin preguntarte nada?
En unos minutos veremos que el 20% del dinero que aportás no entra en tu cuenta sino que se lo queda la AFAP por comisiones y gastos. Del 80% restante, la mitad aproximadamente se invierte en títulos de deuda del Estado. Y el otro 40% circula alegremente en préstamos, títulos y bonos privados, en buena medida de empresas y bancos extranjeros.
El gran secreto del régimen de AFAPs es ese: un arreglo entre el sistema político y el sistema financiero. El dinero se retira del BPS, donde sólo se podría destinarlo a pagar jubilaciones y pensiones, y se reparte entre el sistema político, que puede venderles títulos de deuda pública a las AFAPs y con la plata pagar deudas o hacer demagogia y obras faraónicas, en tanto el sistema financiero puede especular con la parte restante. De última, será rentas generales (todos nosotros) quien pague la fiesta cubriendo lo faltante en el BPS.
Abordemos ahora los pronósticos catastróficos.
Según datos del Banco Central, en el primer trimestre de 2024, el BPS les transfirió a las AFAPs, que son sociedades anónimas de derecho privado, 16.400 millones de pesos, es decir unos 5.500 millones de pesos mensuales, equivalentes a unos 1.375 millones de dólares por mes, de aportes de los afiliados al “sistema mixto” (BPS y AFAPs), creado por la ley Nro. 16.713.
De esa suma, casi el 20% (19.57% es el promedio del último año) no entra en las cuentas personales. Lo destinan las AFAPs a estos conceptos: comisión de administración, prima de seguro (que contratan con BSE), y comisión de custodia (suma ínfima que pagan al BCE por guardar los valores. Hablamos de 1.100 millones de pesos mensuales, equivalentes a 27 millones y medio de dólares por mes de aportes que no ingresan a las cuentas personales y benefician al sistema financiero privado y público. Por decirlo fácil. De cada 5.000 pesos que aportás a la AFAP, 1000 pesos no entran a tu cuenta.
Las comisiones por administración (lo que las AFAPs cobran netamente por administrar tu dinero) oscilan entre el 4,3% (Republica AFAP) y el 6,45% (las otras AFAP), es decir un promedio de 5.75% del capital recibido, lo que equivale a algo más de 63 millones de pesos por mes, casi 1 millón 600 mil dólares por mes. Más misterioso es qué parte del otro 14% le pagan al BSE como prima de seguro.
Multipliquen estas sumas por los 12 meses del año, y por los 28 años que llevan las AFAPs en el Uruguay, y quedarán helados. A mi me da, como mínimo, 9.240 millones de dólares sustraídos de los aportes de los trabajadores y trasladados al sistema financiero. Ese costo se suma, por supuesto, al del BPS, que sigue siendo quien recauda los aportes y quien, mano a mano con rentas generales, asume la mayor parte de la carga jubilatoria del país.
¡Y nos quieren asustar con los supuestos 1.600 millones de dólares que costaría la reforma constitucional a lo largo de los años!
Cosa falsa, además, porque está el antecedente de los cincuentones que salieron del sistema mixto y volvieron al BPS con sus ahorros. ¿Saben qué pasó? No sólo se redujo el déficit del BPS, sino que se redujo el déficit fiscal del país por varios años. Y no lo digo yo. Son datos del Ministerio de Economía, que así tuvo que informarlo en varios juicios en que le fueron requeridos por los jueces.
Ante la advertencia de posibles juicios contra el Estado, añado: al Parlamento uruguayo no le tembló la mano cuando instaló el régimen de AFAPs, condenando a una generación larga de uruguayos a jubilaciones de lástima. ¿No temió entonces los juicios? ¿Por qué habría de temerlos ahora? ¿Hasta cuándo nos dejaremos chantajear con la amenaza de juicios?
En realidad, si seguimos como estamos, en los próximos treinta años les transferiremos a las AFAPs al menos otros 10.000 millones de dólares. Algo así como la quinta o sexta parte de nuestra deuda pública actual, sin los intereses, claro. Eso es peor que cualquier juicio. Perder esa tajada es la catástrofe que el sistema financiero y sus asesores temen.
Dejé para el final la frutilla. Esa reflexión compungida que he oído de varias figuras políticas: “Estamos sacrificando a las infancias para privilegiar a los viejos”.
Uno no sabe si llorar o reír. ¿En qué han beneficiado a los niños los 28 años de AFAPs y la casi decena de miles de millones de dólares que les hemos transferido? ¿De dónde surge que el regreso de muchos millones de pesos al BPS pueda perjudicar a los niños?
Los grandes privilegiados de este país no son los viejos ni los niños. Son empresas transnacionales a las que les regalamos o les pagamos puertos, vías férreas, toda el agua potable que quieran, energía eléctrica, zonas francas, exoneraciones de impuestos, excepciones para la plantación de eucaliptos, recategorizaciones territoriales para plantas industriales e instalaciones de energía. Todo gratis. Todo a su servicio, cueste lo que cueste.
Basta de llantos de cocodrilo. Si dejáramos de regalar lo que tenemos, ni los niños ni los viejos deberían pasar miseria.
Los argumentos hipócritas, cuando además son sensibleros y demagógicos, unen a la falsedad la falta de respeto por la sensibilidad y el cerebro ajeno.
Si algo me faltaba para introducir la papeleta de la seguridad social en octubre, ese argumento me hará votarla con más ganas.
Hoenir Sarthou
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