Hasta hace poco afirmaba que el 8 de marzo no hacía paro porque las mujeres debíamos buscar igualdad “dando el ejemplo”, trabajando, igual que lo hace un hombre para que se reconozca la igualdad, que las luchas y movilizaciones eran solo decir que se hace algo y que las reales luchas son otras: la educación, el ejemplo y resguardarme en mi zona segura. Y todo esto no lo decía porque nunca me pasó nada. Fui abusada a los 4, a los 6 y a los 8 años por personas distintas y de género masculino, acosada infinitas veces, me enamoré de algún que otro hombre machista como algo “normal”, no he calificado a puestos de trabajo por competir con hombres, y no porque tuvieran mejores herramientas o aptitudes, tal vez herramientas si, aptitudes no.
Tomaba a los movimientos extremistas como ejemplo de feministas para decir que no me sentía parte de esta lucha. No es que ahora me sienta representada por los movimientos más radicales, pero entiendo el dolor, el miedo, la rabia y la tristeza y comprendo que hay muchas luchas como mujeres habemos.
También entendía el feminismo como una lucha para que la mujer fuera más importante que el hombre. También veo las desigualdades que viven los hombres y la realidad es que la lucha de las feministas no es que la mujer sea más importante, sino que se lucha para no vivir lo que vivimos por ser mujeres y que los que se sienten en desigualdad deben pelear por sus derechos y el resto debemos acompañar.
Hace no mucho me ocurrió otro hecho personal y comprendí que no existen “zonas seguras”. Uno de mis mejores amigos abusaba de menores (ex amigo por claras razones), la familia quiso tapar la situación, quiso “resolver hablando” y “pasando la crisis” “puertas adentro” y por eso comprendí que no existe personas que te brinden seguridad y menos lugares seguros. Entendí lo que se hace desde el otro lado: se tapa una aberración de tal magnitud como algo “normal” y como una crisis más para superar, desde del lado de la víctima sabía todo lo que pasaba, se calla por culpa, por vergüenza “seguro fue algo que me puse”, “algo que hice”, “nadie me va a creer”, “alguien se va a dar cuenta”. Todo tan retorcido que ha sido el argumento de cientos de películas, series y novelas de ficción.
En ese preciso instante mi mente hizo un click de que es más dañino callar dejando expuestas a otras que pueden ser nuestras amigas, hermanas, primas, vecinas, compañeras y a todas que el alivio que podemos encontrar en intentar olvidar esa situación, porque dejame darte un spoiler de la vida:
hay cosas que nunca se olvidan, cuando pensabas que había quedado en el pasado siempre pasa algo más que te lo recuerda.
Este 8 de marzo de 2023 es mi segunda marcha porque comprendí que lo más importante es visibilizar, mostrar y exponer a las personas y las situaciones.
Este día no solo es el día de la mujer, sino que es una conmemoración de lucha para visibilizar y exponer los problemas reales que nos toca vivir todo el tiempo y en cualquier lugar. No solo mostrar sino ver que muchas más han pasado por cosas parecidas, han estado en situaciones dolorosas, y que ilusa cuando creía que existía lugares a salvo.
Hoy, a mis 35 años comprendo aún más mi propio dolor y el dolor de todas. He entendido que cuando se pide que el género masculino se mantenga al margen no es porque los metamos en la misma bolsa ni por odio sino porque la mayoría no han vivido casi nada de lo que una mujer vive, el acoso, la desigualdad de oportunidades laborales y de todo tipo, el miedo de tener hijas, de salir de noche y un sin fin de cosas, hasta de enamorarnos, porque no es que vivamos en patriarcado, eso es una palabra de moda, sino que elegimos mal y “repetimos el patrón” y los términos van cambiando pero los problemas siguen siendo los mismos.
Esta marcha significa para mi: alianza, confraternidad, no vivir el dolor en soledad, en miedo, en vergüenza, en culpa.
Significa que todo eso que nos pasa por ser mujeres no es como debe ser.
Significa sanar mis heridas a través de cada mensaje, pancarta, de cada frase, de cada cántico desgarrador.
Significa que estamos deconstruyendo una manera de pensamiento.
Significa que aunque marche sola, mi lucha es acompañada con las luchas de todas.
¡No es solo el 8 de marzo, es todos los días: basta de callar, basta de ser indiferentes,
basta del silencio!
Texto: Yohana Altez
Fotos: Yohana Altez – Marysol Giribone