El usuario se presenta indicando que quiere hacer una consultita y te pregunta si tiene que sacar número.
El primer impulso es decir que te haga el planteo a grandes rasgos para poder evaluar si amerita que se agende o tal vez no.
Acto seguido la persona te pregunta. ¿Me puedo sentar?
No le vas a andar diciendo que no, ¿cómo le vas a decir que no se siente?
Listo, ahí ya se configuró tácitamente “la avivada”.
Cuando te das cuenta, aparte de ser tarde, tu humor cambia automáticamente ya que te sientes timado por la situación.
En ese momento el usuario saca de su bolso una gran carpeta plástica llena de documentación mientras te explica que ha deambulado por muchos lugares buscando respuesta a su problema, agradeciéndote infinitamente por tu tiempo.
Luego de que logra encontrar la documentación en esa gran carpeta, te hace las consultas que ni el propio dios sabría contestar.
El planteo tiene suma urgencia en ser resuelto, requiere de 3 días consecutivos de tramitación, 40 mails a todas partes, asesoría interna, externa, revisión de leyes y manuales.
Por otro lado, y en el mismo momento de la atención, un usuario te hace la misma pregunta (sobre si le puede hacer una consultita) y automáticamente le dices que debe sacar número.
Dicho usuario saca su número, espera con tranquilidad a que llegue su hora y cuando le toca dice: “¿El baño?”
Una tercera persona que espera ser llamada habla con otra sobre la falta de voluntad y sentido común que tiene el funcionariado y que así es como el estado paga sueldos siderales para que estos parásitos hagan esperar por ir al baño a un usuario. El país más caro del mundo. Lo impuestos que te ahorcan. La inseguridad. Etc. etc. etc.
Continúas llamando y te toca en suerte la señora experta en parásitos.
Te explica que algún desgraciado envidioso la denunció y que le encontraron a 23 extranjeros trabajando en negro en su pequeño emprendimiento, pero que en realidad ellos no estaban trabajando, sino que era gente que paseaba casualmente por su plantación de algodón y querían ver cómo era el proceso de recolección de dicho producto. Una especie de clase gratuita que dura toda la zafra.
Te pide si es posible que le des el número de teléfono del inspector porque quiere hacerle un planteo aclaratorio del mal entendido, ya que el día de la inspección ella se encontraba en el exterior. Tú le indicas que no le puedes pasar ese dato y que las aclaraciones las realice en el expediente.
¡Para que! A esta mujer, a la que llamaremos por su nombre de pila Karen, solo le faltó propinarte una cachetada.
Terminas la atención y tus nervios están de punta. Karen te dijo que te conoce y que sabe dónde encontrarte. Te educó sobre la redondez del mundo (no es terraplanista) y que ya se volverían a encontrar.
Escribes en el sistema (BTigre) todo lo acontecido y te quedas tranquilo que si algo te llega a pasar…………te va a pasar.
Próxima atención, un señor de apariencia centenaria.
Te explica que precisa dinero ya que no tiene ni para comer. ¡Necesita un “empreste” urgente!
Hace como cinco meses cobraba 10 pero sacó un préstamo que lo dejó cobrando 8.
Pensarás que el préstamo lo invirtió en algo, pero él no sabe de eso….él sabe que lo tiene que sacar para comprar cosas que le dicen que debe comprar.
Hace dos meses sacó otro préstamo, ya que con los 10 que cobraba apenas le daba, pero ahora con 8 no llega. Al siguiente mes va a cobrar 6.
Se lo explicas, pero la necesidad no conoce de futuros y el Black Friday dice que los descuentos de esas cosas que no precisa, son hoy. Mañana es tarde.
Frente a ti está el, con ojos opacos por las cataratas pero brillantes por la esperanza.
-Disculpe señor, no tiene más saldo. Ya no hay de donde descontarle.
Ahora sus ojos parecen los del gato con botas agarrando el sombrero con ambas manos.
Te dice que por suerte, una financiera de forma muy amable le ofreció otorgarle algo de dinero siempre en cuando el pase a cobrar en sus dependencias, y la cuota se la descuentan directamente del mínimo saldo que va a cobrar. Anda tú a saber quién los controla.
Te agradece y camina lentamente por el salón. Muy lentamente….demasiado.
Guitarra Negra de Alfredo se queda corta al describir el marrón y la res.
Una y otra vez giras la vista y el pobre hombre sigue caminando hacia la salida.
Es un hombre, pero tú ves una vaca. Cada paso que da, es como una puñalada al corazón.
Ves que la siguiente atención es una pareja y eso te anima. La señora se encuentra embarazada.
¿Qué puede salir mal? ¿Dónde puede meter la barbas el retorcido destino para que esto no sea una atención hermosa?
Se sientan y la muchacha comienza a hablar en voz muy baja. No llegó a la tercera palabra que el hombre le dice, – Deja que hablo yo. Vos no sabes nada.
Mientras realizo la atención y asesoramiento no puedo parar de pensar en la criatura que vendrá. Si es nena, va a nacer sin saber nada. Si es varón, más le vale que sea un “machote” como el padre, porque de lo contrario también la va a ligar. En uno u otro caso ambos no van a saber nada.
En algún momento termina tu jornada…llegas a tu casa y tu hijo viene corriendo a tus brazos preguntándote: -¿Cómo te fue en tu día papá?
-Llegué amor….llegué.
No es necesario explicarle más.