Bajo el título “En el próximo período de gobierno el salario real de los trabajadores públicos corre el riesgo de ser una variable de ajuste”, el Mter. Ec. Antonio Elías, asesor económico de ATSS realiza un informe especial que difundimos aquí en forma íntegra.
En un proceso económico como el uruguayo la sobrevaluación de la moneda nacional y las posteriores devaluaciones son procesos reiterativos. A título de ejemplo tenemos las dos últimas grandes crisis: la de 1982 y la de 2002. En este momento se está produciendo una devaluación gradual pero constante. El primero de enero de este año el dólar a la venta estaba en $ 21.65 y hoy (17 de octubre) está en $ 24.78: una devaluación de 14,5%. El primero de enero de 2013 el dólar valía $ 19.40, la devaluación respecto a esa fecha es de 27,7%. Es de destacar que el dólar alcanzó el valor más alto desde julio de 2005.
Proceso devaluatorio que continuará en los próximos años. Varios factores inciden en esta suba, que se explica por:
a) La Reserva Federal (FED) de Estados Unidos está retirando los estímulos monetarios a su economía, lo que reduce la cantidad de dólares en el mercado mundial y provoca un aumento gradual de las tasas de interés. Esto provoca que los inversores compren dólares por que estos se seguirá revalorizando los próximos años.
b) A lo anterior se suma un proceso de deterioro y fuerte incertidumbre en las economías de la región. En Argentina, por el “default técnico” y el aumento del valor del dólar paralelo que alcanza a $ 14,65 (llegó a un valor récord de $ 15,75), mientras que el dólar oficial está en $ 8,48. En Brasil, por su parte, hay recesión, devaluación y una elección muy reñida.
La pregunta que surge con este panorama es: ¿Cuánto de la devaluación del peso podría pasarse a precios? Téngase en cuenta que una cantidad muy importante de bienes finales y de insumos son importados y su precio está fijado en dólares por lo que aumentan en forma significativa los costos de las empresas. Está claro que algún efecto debe tener, aunque su magnitud dependerá principalmente de, entre otros, los siguientes factores:
a) La apertura de la economía, cuánto mayor sea la cantidad de bienes transables más rápidamente incidirá la devaluación en los precios internos;
b) Las condiciones de las cuentas públicas, cuánto mayor sea el déficit fiscal más restricciones tendrá el gobierno para absorber el aumento de costos en las tarifas de las empresas públicas;
c) El nivel de las obligaciones de la deuda pública que aumenta su costo en pesos (moneda en la que recauda los impuestos el gobierno) provocando restricciones presupuestales para el aumento del salario de los funcionarios públicos;
d) la existencia o no de voluntad política e instrumentos en manos del Estado que permitan controlar los precios.
Resulta bastante claro que los precios de los bienes importados variarán cuasi linealmente con la suba del dólar, lo mismo sucederá con los bienes que se exportan, por cuanto los exportadores exigirán el mismo precio en el mercado interno si tienen la posibilidad de exportar. El gobierno en este último caso podría poner trabas a las exportaciones para que los precios de esos bienes no aumenten en el mercado interno, pero eso iría contra la política de los equipos económicos de los candidatos actuales.
La devaluación afectará también, aunque probablemente en menor medida, a los precios de los bienes producidos localmente que compiten con las importaciones. Si el precio de los bienes importados aumenta con el dólar, se crearan condiciones para que el productor local tenga margen para aumentar también su precio en pesos, siempre que con ello no pierda ventas.
Obviamente subirán los costos de producción de los bienes que se producen en el país que tienen componentes importados. Inclusive, los precios de los bienes no transables con el exterior podrían subir con una devaluación, por cuanto para producirlos podrían necesitarse algunos insumos importados (a título de ejemplo, los combustibles). En ese marco de crecimiento de precios aumentaran los precios de los bienes transables, aunque no tengan insumos importados, para mantener el poder adquisitivo.
Otro factor que puede incidir es la tasa de inflación existente antes de la devaluación y las expectativas respecto a su evolución. A mayor inflación y mayores expectativas por inflación inicial, más alta resultará la probabilidad del traspaso a precios de una suba del tipo de cambio.
¿Qué puede ocurrir con los precios minoristas en 2015 tras una suba del dólar que probablemente estará en la cercanía del 20% en el corriente año?
Como se explicó anteriormente, el traslado de la devaluación a los precios minoristas de la devaluación depende, en primera instancia, del poder de mercado de los grandes empresarios con capacidad de fijar precios y, en segunda instancia, de las relaciones de oferta y demanda. Téngase en cuenta que en Uruguay no existen controles de precios, salvo algunas medidas heterodoxas ocasionales, como los acuerdos de precios con las grandes superficies comerciales.
¿Qué puede ocurrir con la evolución de los salarios de los funcionarios públicos?
Esto depende de varios factores de contexto que en este momento no son favorables a los intereses de los trabajadores del Estado, tales como los siguientes:
a) En lo económico: existe un déficit fiscal significativo, superior al 3%; obligaciones de deuda pública que aumentaran su peso en el finanzas del gobierno porque en buena medida está nominada en dólares y la recaudación es en pesos; los precios internacionales de los bienes que exporta nuestro país están bajando y también se desacelera el nivel de actividad todo lo cual redundará en una recaudación menor.
b) En lo político, es probable que el partido que asuma la presidencia del próximo gobierno no tenga mayorías parlamentarias ni capacidad para imponer medidas favorables a los trabajadores. Téngase en cuenta, además, que el actual ministro de economía, Mario Bergara, propuso desindexar los salarios de la inflación y que el Partido Nacional no se ha caracterizado históricamente por hacer prevalecer los intereses de los trabajadores sobre los intereses del capital.
En ese marco la posibilidad de evitar que el proceso devaluatorio incida en el salario real dependerá fundamentalmente de la capacidad del movimiento sindical para lograr:
a) por un lado, que los ajustes por inflación se mantengan indexados y que los incrementos salariales nominales que, por lo menos, aumenten tanto como el índice de precios al consumo;
– acortar los períodos de ajustes por inflación de un año a seis meses;
– incluir cláusulas “gatillo” que actualicen los salarios inmediatamente si se dispara el crecimiento de los precios;
– evitar que se utilicen artilugios como el Plan UTE Premia que hacen bajar el IPC acumulado a diciembre a fin de que los incrementos salariales sean menores que lo que correspondería.
b) por otro lado, que se apliquen aumentos efectivos del poder adquisitivo del salario, en primera instancia del salario base que no se va a reducir por ningún proceso de evaluación y, en segundo término, del salario variable, en sus variantes de desempeño y cumplimiento de metas.