¿Y qué pasa si gana el Sí de la papeleta blanca en el plebiscito? A esta altura sabemos muy bien, gracias a que Rodolfo1 nos lo recuerda día por medio, que si gana el Sí los niños y las niñas que han nacido en este suelo serán separados de sus familias para ser deportados a la Unión Soviética, perdón, a Rusia… Si el tema que estamos tratando no tuviera la importancia central que tiene acerca del presente y futuros posibles de la seguridad social uruguaya y del país, tal vez podríamos ensayar algún libelo humorístico, pero no lo haremos porque la situación es especialmente seria, ya que tarde o temprano alcanzará —o no— a todos los habitantes de la República.
La verdadera experticia de Saldain
Estudioso como pocos, no suele dar puntadas sin hilo. En 1995 fue corredactor de la ley de las AFAP, aprobada en octubre, y al mes publicó su libro con un exhaustivo análisis a partir del cual le ha realizado y le sigue realizando muchos cientos de juicios al Banco de Previsión Social2. Últimamente, ha sido el redactor principal de la reciente Ley 20.130, y a las pocas semanas sacó otro libro en coautoría con Gonzalo Martínez Alba en el que analiza el nuevo sistema previsional común. Ahora acaban de publicar un “análisis crítico” del plebiscito constitucional (que en verdad no hace otra cosa que compilar las críticas que se nos vienen haciendo) que va desde un cerril, trasnochado y extemporáneo anticomunismo, hasta el desprecio absoluto y ofuscado hacia quienes pensamos distinto.
Rabioso, sin reparo alguno, ya en el tercer párrafo de la página inicial se siente obligado a advertir a quien lee que “la iniciativa ha contado con el apoyo de los partidos Comunista, Socialista, Por la Victoria del Pueblo y Casa Grande, así como también el partido Unidad Popular y otros grupos de similar orientación política”. Al dar vuelta la página, por las dudas, nos vuelve a hablar de los “partidos Comunista, Socialista y otros de similar posicionamiento ideológico”. En la siguiente, en un recuadro insiste en recordar estos sectores del FA, reiterándolos dos veces más cinco páginas después, ¡incluyendo una mención a un libro de Rodney Arismendi de 1983!
¿Qué agregan estas menciones a la comprensión del fondo del asunto? ¿Qué tiene que ver Stalin con lo que estamos discutiendo? Nada, absolutamente. El plebiscito es hoy una realidad insoslayable y la cantidad de ciudadanos y ciudadanas que firmaron para hacerlo posible superaron con creces los votos de los sectores referidos en las internas y, sin dudas, incluyen miles de votantes de todos los partidos del espectro nacional.
¿A qué se debe entonces la insistencia de Rodolfo? Creo que se debe a una cuestión doblemente sanguínea: está con la sangre en el ojo… y además sangra por la herida. Ello le obnubila sus pensamientos, impidiéndole ver lo sustancial, por no tener bien resueltos ciertos intríngulis con su propia historia personal en lo que refiere a sus expectativas políticas ¿de otrora?
Finalmente, sorprende que llegue a apoyarse en parte de los estudios del Centro de Investigaciones Económicas, por supuesto, solo en aquellos que le favorecen, ya que oculta intencionalmente que el Cinve muestra que el escenario del triunfo del plebiscito es claramente el mejor en los próximos años. Digo que sorprende porque es bueno recordar que en los momentos de definición de la Ley 20.130 tanto Saldain como Mieres acusaron a este centro de estudios de “chantas” y “mercachifles”, junto con la diaria, por publicar un “simulador” de cálculos jubilatorios que mostraban las importantes rebajas jubilatorias que provoca la “reforma”.
¿Qué es lo que va a pasar realmente si gana el Sí? No ocurrirá catástrofe ninguna por lo menos durante 20 años3. Ya el año que viene el BPS dejaría de requerir cerca de 500 millones de dólares de asistencia financiera, que perfectamente podrán destinarse de inmediato a empezar la solución de la mal llamada pobreza infantil y, además, con el aumento de las pasividades mínimas se reduciría también aún más la pobreza en la vejez. En el año 2026 ambas pobrezas podrían verse erradicadas y aun quedar un remanente para, por ejemplo, fortalecer el sistema nacional de cuidados.
¿Qué partido que se postule a la presidencia ofrece estas soluciones sustanciales, con financiamiento incluido? Ninguno. ¿Por qué se darían estos cambios tan cruciales? Porque al eliminarse las AFAP la recaudación del BPS crecerá en casi 1.500 millones de dólares, a los que hay que ir sumándoles a lo largo del tiempo los más de 5.430 millones que ahorraremos a Rentas Generales porque también caerá el artículo 259 de la Ley 20.130 (que, como informara Búsqueda, les da de comer a las AFAP por un plazo de 30 años con opción a 10 más por la introducción de estas en los regímenes de las cajas paraestatales: al eliminarse las administradoras ese gasto desaparecerá).
La sombra de un fantasma planea sobre el Uruguay. No es necesario ir al Brexit como va Rodolfo para temerle al pronunciamiento popular. Alcanza con no saltearnos un hito en nuestra historia: el de la minirreforma constitucional de 1994. En esa oportunidad todo el espectro político-partidario (desde Sanguinetti hasta Tabaré, con la sola excepción del diputado Helios Sarthou) apoyaba la iniciativa y el PIT-CNT no intervino con el argumento de que “solo” era una modificación electoral (la habilitación del voto cruzado). Sin embargo, casi ocultamente, en el texto también existía una disposición vinculada al BPS, motivo por el cual la Organización Nacional de Asociaciones de Jubilados y Pensionistas (Onajpu) y la Asociación de Trabajadores de la Seguridad Social nos opusimos firmemente.
Casi sin otros recursos que nuestras convicciones, recorrimos todo el país informando a la ciudadanía sobre el riesgo que tenía para el BPS, su organización y sus servicios la aprobación del texto a plebiscitar. El resultado contundente fue que el 72% de la población no acompañó la iniciativa de todo el sistema político y naufragó estrepitosamente obligando a barajar y dar de nuevo.
(Recuérdese al pasar que en 1989 estuvo el llamado plebiscito “de los jubilados” —que al principio también fue rechazado por la mayoría de los partidos—, que triunfó con el 82% de los votos, y que en 1994 hubo otro en contra de la reforma jubilatoria y pensionaria hecha por el gobierno de Lacalle Herrera, que obtuvo también más del 70% de aprobación).
“Con la seguridad social no se juega”, pareciera decir nuestro pueblo cada vez que se lo convoca. Ahora hay tres luces rojas muy luminosas: ocho de cada 10 compatriotas apoyan el aumento de las pasividades mínimas; casi siete de cada 10 apoyan mantener la edad jubilatoria en los 60 (sin perjuicio de trabajar hasta cuando se desee voluntariamente) y casi siete de cada 10 desconfían de las AFAP.
Entonces la dificultad real que debemos sortear es la de asegurarnos un militante o una militante afuera de cada lugar de votación con las papeletas blancas del Sí para que quienes voten las introduzcan en sus sobres, cualquiera sea el partido elegido. ¿Es posible llegar a esa extensión de militantes? Artigas nos enseñó que “nada podemos esperar sino de nosotros mismos”.
Los errores de los adversarios nos vienen ayudando. Tres semanas antes del vencimiento del plazo para recolectar las firmas, Mieres, Saldain, Javier García, Delgado y todos los “centros de estudio independientes” lanzaron una ofensiva con toda su “sapiencia” acumulada… y la respuesta que recibieron fue un aluvión inesperado hasta por los propios convocantes. A pesar de este cercano antecedente, los mismos actores están ahora en escena, con los mismos discursos pronosticadores de catástrofes y cuanto mal pueda imaginarse para el futuro del Uruguay.
Por ahora Saldain es el abanderado. Pero el problema no contemplado por él es que no se ha dado cuenta de que su prédica suele no pasar el escrutinio mayoritario de la opinión del pueblo: a las pruebas precitadas me remito. Por último, su tono cada vez más imperativo, creído y por momentos “sobrador” a todos quienes pensamos distinto lo lleva a ofuscarse varias veces durante una misma entrevista: se le nota la molestia y su cara termina enojada como la de un niño al que le han quitado su pelota.
La verdad, uno, que lo ha conocido en otras actitudes muy nobles y valiosas, no puede menos que preguntarse cuáles serán las razones y los motivos de su ostensible malestar. ¿Qué intereses está defendiendo?
Adolfo Bertoni
Expresidente de la ATSS